“Bellas Artes para los Peralta”, artículo de Antonio Burgos

Tanto el prestigioso escritor del diario A B C Antonio Burgos como el crítico taurino Zabala de la Serna proponen a los hermanos Peralta para la Medalla de las Bellas Artes

A continuación reproducimos un extracto del artículo publicado ayer donde Antonio Burgos solicita para los “Centauros de La Puebla” la Medalla de las Bellas Artes:

“…Cuando los que tenían que estar hoy en Santander eran los hermanos Peralta. Me sumo, pues, a la propuesta que hacía ayer Zabala de la Serna, pero la matizo. Si se trata de conceder la medalla al arte del rejoneo, como se la dieron justísimamente a don Alvaro Domecq, es lógico que sea por colleras. La collera natural de don Ángel Peralta no es el del cuento del envergue de «Cagancho», que llegó al rejoneo ayer por la mañana, sino su hermano don Rafael, en unión del cual revolucionó el arte del toreo a caballo durante medio siglo. Tan unidos están en el imaginario popular los hermanos Peralta como los hermanos Bécquer, los Álvarez Quintero o los Machado. Tan populares fueron los dos juntos a caballo en los ruedos, formando collera, que recordarán el chiste sevillano del mariquita que fue a los toros por primera vez y al ver a los alguaciles con su negro atuendo salir a hacer el despeje preguntó:
-¿Por qué van de luto los hermanos Peralta, se les ha muerto alguien?
Por mucho que sepamos de toros, de rejoneo no solemos tener idea, excepto esa moda actual del famoseo del nombre de los caballos, que un día los van a llevar a «La Noria» y todo. Comprobé que no sabía ni papa de rejoneo la tarde que me hizo una breve historia de su evolución mi recordado Enrique Valdenebro Halcón, el marqués de Ruchena, que fue rejoneador usando su título de Conde de San Remy. Me explicó San Remy que en el rejoneo hubo un antes y un después de don Antonio Cañero, que trajo desde el campo a la plaza el arte de torear a caballo. Pero que quien realmente inventó y codificó el rejoneo tal como lo conocemos hoy e hizo la tauromaquia montada fue don Ángel Peralta. Piensen una suerte del toreo a caballo, que seguro que la inventó el Centauro de la Puebla: la rosa, las banderillas cortas, qué sé yo. Hasta los Peralta, el rejoneo era pegar caballazos y alancear toros; desde que llegaron ellos, fue torear a caballo, parar, templar con la grupa, cruzarse, mandar. Y además, dos poetas de la marisma, por si fueran pocos sus méritos para las Bellas Artes: arte popular de las sevillanas en Rafael; arte lírico de mágicas historias de caballos y pájaros en Ángel.
La justísima medalla de las Bellas Artes que hoy tendrían que entregar los Reyes en Santander, pero que ya caerá, debe ser como el monumento que van a levantar a nuestros dos artistas en su Puebla: por colleras. Trátase ahora de que el año que viene se la concedan. No sé dónde hay que escribir para pedirlo. Yo, de momento, sí lo sé: en este artículo. Así que pónganle una póliza y mándenlo al Ministerio de Cultura a modo de instancia, en tiempo y forma.”
Enlaces relacionados:

Los caballos de Peralta y la literatura. Romance de Triana en El Arenal, por Antonio Burgos.

“(…) con qué garbo, qué prestancia, haciendo el paso español el Caballo braceaba. De esta forma no bracea ni el caballo de Peralta.”

Los caballos de Peralta también han sido tratados por famosos escritores y poetas en libros, artículos, publicaciones. Desde el gran César González Ruano hasta el mismísimo Umbral, muchos han sido los que han hecho referencia a estos prestigiosos caballos.

Reproducimos el artículo del maestro Antonio Burgos, donde compara los movimientos del célebre caballo que acompaña al Santísimo Cristo de las Tres Caídas (Esperanza de Triana) con el caballo de Peralta:

Nadie se pone de acuerdo en dónde empieza Triana. Unos dicen que comienza en cuanto que el puente pasas, por donde siente el trianero como que el aire le falta. Mientras que otros sostienen que se prolonga y se alarga, Los Remedios adelante, lo menos hasta Tablada, por donde en llegando abril la Feria su Real planta, hasta donde el viejo cante puntales apuntalaba: San Jacinto, Los Remedios, La O y Seña Santana. Las fronteras invisibles del que es Arrabal y Guarda cuando se ven claramente es el Viernes, de mañana, cuando ha vivido Sevilla su ritual Madrugada y con las claras del día se ven las cosas tan claras.
Que en el Arco del Postigo, en donde estaba la plaza, donde fríe los calientes una sobrina de Juana, Sevilla es ya trianera y Arfe es la calle Larga y Altozano el Arenal cuando en la abierta mañana anuncia una cruz de guía con bocinas plateadas y faroles marineros: «¡Ahí viene ya la Esperanza!».
Bajando del Alfolí, con qué garbo, qué prestancia, haciendo el paso español el Caballo braceaba. De esta forma no bracea ni el caballo de Peralta. Y a la mañana del Viernes la encela y en su cola embarca, y antes de llegar al Arco por derecho va y le clava dos rejones de castigo y tres banderillas largas, y así da muerte a la noche, y así la gloria proclama de un Señor que cae en la tierra, en la tierra sevillana, para que Sevilla vea que Triana lo levanta. Las Tres Caídas de Cristo en cuatro zancos la alzan. Cuadrilla de pasocristo que tiene fuerza con gracia, el izquierdo por delante como el buen toreo de capa, así, cargando la suerte, como Belmonte toreaba. Almirantes de tambores y de cornetas de plata, con sus blancos uniformes de cocas y gorras blancas, proclaman la maravilla y anuncian ya por Malhara que las calles del Postigo se han hecho Arrabal y Guarda, Almirantazgo en goletas y en bergantines con jarcias, cirios que son los trinquetes y capirotes por gavias, van ganando barlovento a la lancha de Peana.
Y ahora llega a la capilla del Arco de la muralla una Virgen bajo un palio que parece una fragata, bamboleo marinero en los escudos del ancla, los costeros son amuras, la proa tiene zambrana, y lo escoltan seis lepantos, marineros de la Armada. El cristal de la capilla es espejo que proclama esos dogmas de Sevilla que no los huelen los Papas: allí está la Pura y Limpia, del Postigo la Esperanza, que Inmaculada en Sevilla y Pureza es en Triana, y se mira en un espejo de varales y de jarras, y se repite en las flores, y se repite en la gracia, se repite en la belleza tan morena de su cara, refregador de Morillo, encajes en oleada, con el fajín de almirante del Rey marino de España, que en Triana a la Purísima, como Esperanza proclaman, por eso en calle Pureza tiene su cuna y su casa.
San Fernando desde el Arco al verla le rinde armas. Trianero es el Postigo, ay, cómo zurraqueaban esos verdes capirotes, los capotes de sus capas camino del Baratillo, que eso sí que ya es Triana. ¡Gitanos de Cerca Hermosa, gitanitos de la Cava, que se partan las camisas y que canten las gargantas! La vieja colla del muelle, vapor, tinglado y zapata, y lanchón del arenero, y palo de la cucaña, cuando llega al Baratillo con Paco Palacios canta lo que le escribió Florencio, que aún se me saltan las lágrimas. Ya están las dos frente a frente bajo el sol de la mañana: Caridad baratillera y Esperanza de Triana.
Y ya desde aquí hasta el puente, puertas de sol de Maestranza, el Arenal sabe a barbo, sabe a verdes avellanas, a sábalos en adobo y a noches de la Velada. El Arenal trianea, ay, cómo trianeaba. Calle Adriano adelante, en El Pópulo la paran. Suena la vieja saeta que recuerda la cerámica, de los presos tras las rejas, la que escuchó Font de Anta. Soleá dame la mano, dame la mano, Triana, choca esos cinco, Arenal, que el Viernes por la mañana, tú dejas de ser Sevilla, te conviertes en Triana, cuando viene la que es Reina del gran arrabal y guarda, pues el río se ha secado con la emoción de las lágrimas y no hay puente ni Altozano, que no hay más puente de barcas que el que nos lleva hasta el cielo rezándole a la Esperanza esa salve marinera que suena a cantes de fragua, Dios te salve, Reina y madre, marinera soberana del Arenal de Sevilla que por Ti se hace Triana.