Fotografía. El famoso salto de Ángel Peralta y su caballo “Discutido”

Si existe una fotografía conocida en el mundo del caballo, portada de discos con letras de sevillanas y de revistas de equitación, ésa es la foto de Ángel Peralta saltando una enorme valla con su caballo “Discutido”.

Esta imagen, impresionante por el momento en el que está captada, ha dado la vuelta al mundo, y es frecuente encontrarla enmarcada en restaurantes o museos taurinos. Ese mágico instante, con la parada de bueyes tomando la cancela, fue inmortalizada por su hermano Rafael Peralta, gran aficionado también a la fotografía.

Lo que muchos desconocían es que existe otra imagen, en la que el Centauro de la Marisma sale saltando la valla de frente de manera espectacular.

Los hermanos Peralta han criado, dentro de su amplia ganadería, caballos con buenos orígenes de salto. De hecho, fue el jinete olímpico Luis Astolfi, el que ganó varios premios importantes con un caballo de Peralta llamado “Dorado”.

Actualmente, poseen una línea de caballos y potros de salto, con yeguas que pastan en el centro de Francia, a unos 200 kms de París.

Sementales históricos: NERVIOSO II

Corría la década de los 50, cuando los hermanos Ángel y Rafael Peralta adquirieron uno de los caballos más emblemáticos de la raza española. “Nervioso II” era un precioso ejemplar de capa castaña, nieto del célebre caballo “Novato” de Roberto Osborne, de pura estirpe cartujana. Los hermanos Peralta no dudaron en comprar a Fernando C. de Terry este magnífico caballo del hierro del Bocado que con el paso del tiempo se convertiría en uno de los pilares fundamentales de su ganadería.

Cuando “Nervioso II” llegó a Puebla del Río, se le bautizó también con el nombre de “Ruiseñor”. “Nervioso II” poseía unas impresionantes cualidades para la doma, la alta escuela y también el rejoneo y pronto se convirtió, por su espectacular belleza, en el caballo utilizado para hacer el paseíllo allí donde actuaba el Centauro de la Puebla.

Además, fue un extraordinario semental, padre de yeguas P.R.E. como “Alegre III”, “Airosa VII”, “Bella II”, “Comilona”, “Destinada X”, “Flamenca V”, “Guapa III”, “Inspirada II”, “Nerviosa XI” o “Rumbosa IV”, nacidas a finales de los 50 y principios de los años 60, todas ellas del hierro de la R.

Hoy día es muy notable toda su descendencia, con caballos y potros de elegantes movimientos y con unas aptitudes especiales para la doma, transmitiendo también la capa negra y castaña cartujana -prácticamente extinguida- a un buen número de sus descendientes.

Era tal la belleza en el passage y en otros aires de este histórico caballo, que Ángel Peralta lo eligió para recoger con él las prestigiosas Espuelas de Oro en Wembley (Londres), máxima distinción que puede alcanzar un jinete a nivel mundial.

“La Genética de los Caballos Cartujanos está en todas las Ganaderías Españolas”, entrevista de la Revista Pura Raza a Ángel Peralta




Coinciden en él esa complicada mezcla de genialidad y sensibilidad, que unidas a un carácter arrollador, férreo y con gusto por la disciplina configuran el atractivo semblante de un artista que confunde en su diversidad. Por si todo esto fuera poco, sus pensamientos, que han tomado el nombre de su más fiel compañero de trabajo, el caballo Cabriola, constituyen una forma de pensamiento digna del filosofo más contemporáneo. Genio y Figura. El rejoneador español más laureado –ha toreado más de 1.000 animales-, ha sido también el artista más completo que el mundo de la tauromaquia ha sabido dar, centrando sus últimos años en la participación de espectáculos a caballo de gran éxito, como “D. Juan de los Ruedos” y “Andalucía a caballo”…Un carácter lleno de sobresaltos, suavizado en el tiempo por su amor a la poesía, y a la literatura en general. Como contrapunto, y con 82 años recién cumplidos, nada tiene que envidiar a los jóvenes empresarios de éxito, a aquellos que día a día son capaces de orquestar de viva voz el ritmo de trabajo de todo su equipo. En una ebullición de proyectos, es capaz de encontrar tiempo para todo, conviviendo en él cada minuto su faceta empresarial y artística que le permiten ser, como siempre, una figura eternamente única.

—Compruebo que en el Rancho El Rocío la actividad es frenética, y usted está frente a todo, …¿no ha pensado nunca en reducir su ritmo de trabajo?

—Esta finca tiene mucho movimiento, porque continuamente recibimos a gente que viene a disfrutar de estas dependencias, de una buena cena, y de nuestro espectáculo. Son continuos los congresos, las reuniones de empresa… El lío que ha visto antes es porque dentro de poco tenemos aquí alrededor de mil invitados para un acto bastante importante, y estamos preparando todo lo mejor que podemos. A mi el trabajo me da vida, y no paro, estoy metido en muchas historias. Luego, al final le tienes que dedicar tiempo a los caballos…

—Sabemos que el toro y el caballo forman parte de toda su vida, desde que nació, pero, hay algo que destaca en su singular trayectoria… ¿Cómo llega a descubrir el arte del rejoneo un muchacho de La Puebla del Río de Sevilla, cuando la difusión de este arte era muy limitada aún en nuestro país?
—Yo estaba en un colegio interno, y por eso, aunque toda mi familia era ganadera, sólo podía aprovechar el tiempo de vacaciones para montar. En esta zona de las marismas del Guadalquivir había muy buenos ganaderos, mucho ganado, y excelentes garrochistas. Yo me reunía siempre con ellos, y un buen día, un guarnicionero del pueblo, llamado Cándido Álvarez me explicó que en Sevilla había visto a un portugués que lo que hacía con los toros era rejonear. Me lo tuvo que describir todo, porque yo no tenía ni idea de que era eso. Una vez lo escuché, lo entendí, y le dije, bueno, pues vamos a hacerlo nosotros.

—¿Y esta fue la escuela del maestro?

—Mi escuela fue torear sin parar… Desde que descubrí la técnica, aprendí con el buey de una carreta. Empecé a torearlo para probar, comprobé que se me daba bien porque era un buen jinete… y seguí practicando, hasta que en el 43 debuté. Lo primero que maté fue una vaca en la plaza de “La Pañoleta”. De ahí, ese mismo año fui a San Sebastián, sustituyendo a un rejoneador que a última hora falló. Fue la primera vez que salí de Sevilla con mis caballos. Toreé dos ejemplares del Conde de Casal, junto a Antonio Bienvenida y Morenito de Talavera. Luego llegó la carrera imparable, empecé a torear en muchos sitios, empezaron a solicitar mi presencia. De todas formas mi lanzamiento fue en el año 53, donde cogí mucha fuerza, y me reclamaban en todas las plazas, sin parar, durante un montón de años. Fue una época excepcional…

—Y después de tantos años desde aquella explicación de Cándido Álvarez, ahora, con la sabiduría que le da la experiencia y los años de estudio, ¿cómo definiría Ángel Peralta lo que es el rejoneo?

—Torear es engañar al toro sin mentir, porque siempre se va con la verdad por delante, tanto en el toreo a caballo como en el de a pie. Es fácil caer en la creación de mentiras; lo difícil es ir de frente. La suerte hay que crearla, hay que ejecutarla, y, como en todas las cosas importantes de la vida, hay que rematarla quedándose en la cara del toro. Lo esencial es volver al sitio de partida, y no escapar corriendo después de clavar la banderilla. El mérito está en quedarse cara al toro, meterse dentro de él, disfrutarlo, y después ya irse a buscar el aplauso.

—¿Ahora mismo como ve la práctica del rejoneo?

—El toreo clásico y sus formas se mantienen. Son las modas las que hacen que se practique una suerte más que otra, pero el abanico es siempre igual. No cabe mucha innovación. Lo importante en el toreo es saber valorar que cada uno tiene un estilo, y lo que marca la diferencia es la forma que cada maestro tiene de torear. Las reglas del toreo son idénticas y es en las formas dónde está el arte.

—¿No cree que hay algunos modos que están haciendo perder elementos tradicionales?

–En general permanecen muy bien los elementos clásicos. Sí es cierto que ahora hay rejoneadores, que proceden de la vaquera, que, para agarrarse mejor a la montura, le ponen una protección delante, un alzón, parecido a como se hace en la montura portuguesa. Personalmente, no creo que se deba poner. Hay muchas elementos añadidos que el jinete utiliza por seguridad, y realmente afean y no los veo necesarios. La sujeción en el caballo debe hacerse con la verdad. Lo importante es mantenerse gracias a la compenetración con el caballo, que el movimiento del animal sea la prolongación de la mente del jinete. Si uno está bien acompasado con su montura, no hace falta buscar otros medios para asegurarse en el caballo.

—Desde su posición actual, ahora mira atrás, y ¿cambiaría algo de su trayectoria? ¿volvería a apostar por una carrera tan intensa, que le ha obligado a soportar lesiones muy duras?

—No cambiaría nada, nunca sentí cansancio, porque a mí me encantaba torear, las largas temporadas eran de verdad muy gratificantes. Mi carrera ha sido muy intensa, habré toreado un número muy cercano a los seis mil ejemplares, y si pensamos en la relación de este número con las lesiones que he tenido, creo que he tenido demasiada suerte. Son muchas tardes, siempre hay caídas, en la última, en un pueblecito de Granada, tuve la mala suerte de que el caballo resbaló y al levantarse me pisó por todas partes, y me destrozó la rodilla.

—¿Se considera un hombre con carácter? ¿Cree que esto le ha perjudicado en alguna ocasión?

—En uno de mis pensamientos, lo que llamo cabriolas, digo que yo no miento por no engañarme a mi mismo. A veces ser sincero en la vida, aunque sean verdades constructivas, puede conllevar muchos enfrentamientos personales. La verdad no es una apuesta fácil.

-Miremos ahora el presente, hábleme de sus caballos cartujanos, y de su apuesta por esta denominación.

—Los caballos cartujanos existen desde hace 500 años; son una estirpe que conservaron los frailes cartujos y que han llegado hasta nuestros días, cruzándose con otros caballos españoles de diferentes familias. Son base y origen genealógico del caballo español, y ahí radica su importancia. La Asociación de Criadores de Caballos de Estirpe Cartujana nació para salvaguardar las características puras del caballo de PRE, que no se pueden perder. Esto ocurre, por ejemplo, con el movimiento. Casi todas las ganaderías españolas tienen un porcentaje muy alto de elementos genéticos cartujanos. Estamos convencidos de que no podemos descuidar esta estirpe que tanto ha dado al caballo español.

— Actualmente, ¿qué objetivos tiene la asociación y cómo está funcionando?—Tenemos la sede en Córdoba, en la Universidad, ya que contamos con un apoyo muy importante de esta institución. Como objetivo fundamental para este año destaca la celebración de nuestro concurso morfológico, que tendrá lugar en Sevilla, el próximo mes de junio. La organización de este evento nos tiene bastante ilusionados, porque al margen de la difusión del cartujano, también será un gran acto de fiesta conjunta con varias asociaciones, ya que participan también el Real Club de Enganches de Andalucía, la Asociación Española de Criadores de Caballos Hispano-Árabes y la Anglo–Árabe y la Asociación Sevillana de Criadores de Caballos de PRE. Lo vamos a hacer en pistas instaladas en la Plaza de España, coincidiendo también con la Feria de la Tapa, por lo cual confiamos en contar con un gran ambiente festivo.

—San Miguel, Feria de Abril, SICAB… ¿Cree que Sevilla tiene capacidad para que el público festeje otro gran espectáculo ecuestre?

—Sevilla necesita un abanico de actuaciones en torno al caballo, debe estar en continuo movimiento, en cada época, en cada estación, en cada día… Debe tener atractivo no sólo para la gente de aquí, que lo demanda, sino para el turista habitual, que pueda venir en cualquier momento del año y encuentre siempre algo nuevo en Sevilla.

—Tras su experiencia como candidato a la presidencia de la ANCCE, ahora, con el paso de los años, ¿agradece no haberse metido en este foro, últimamente tan rodeado de polémica y complicado?
—Muchísimo, porque yo cuando me dedico a una cosa, me entrego plenamente, y este tema me hubiera impedido hacer otras cosas que en estos años me han llenado de satisfacción. Me apoyaron muchos ganaderos, pero no conseguimos mayoría por una división interna que nos perjudicó.

—¿Cómo ve la gestión actual de la ANCCE y cuáles son las principales demandas del sector ganadero en Andalucía?

—Estoy totalmente desconectado de la Asociación, y del movimiento ganadero en general, no puedo decirle nada porque no me han interesado los problemas que ha conllevado la nueva legislación. Fuera de mi mundo, de por sí repleto de actividad, no me entero de nada… Lo que si le digo es que el caballo tiene actualmente una total falta de apoyo del Gobierno, frente a, por ejemplo, el ganado vacuno, que sí está respaldado por parte de la Unión Europea. Es muy difícil la comercialización de los caballos; esperemos que ahora se empiecen a ver los frutos de tanta negociación, y se abran vías de negocio con facilidades para el ganadero.

—Los proyectos más significativos de su carrera se centran en el mundo artístico actualmente. ¿Qué ha significado para usted volver a triunfar en el ruedo, esta vez en una representación artística pura, como es el teatro?

—Significa encontrarme de nuevo con mi elemento natural: el caballo. Montando a caballo es como me encuentro bien, y prueba de ello es que no se me notan ninguna de las lesiones que tengo. Los espectáculos son como una continuación para disfrutar de lo mejor que he tenido en mi vida: el contacto con el público. Y además, el éxito ha sido increíble, hemos estado en América por dos veces, y también hemos viajado para representar en Europa. Después de hacer hace dos años “Don Juan en los ruedos, con D. Salvador de Távora como director, montamos el año pasado un gran espectáculo que se llamó “Andalucía a caballo” y que se paseó por un gran número de ciudades españolas. Para este año vamos a ir a Norteamérica si se resuelven los problemas de las cuarentenas de los animales, y también a Francia. Lo mejor de los espectáculos es que me obligan a estar en forma, si no me descuidaría, porque mis obligaciones diarias en el Rancho me consumirían todo el tiempo.

—Estos espectáculos también le han acercado un poco más a la realización de su otra gran pasión, la poesía. ¿De dónde le llega a un hombre del campo como usted la sensibilidad que desprenden sus letras?

—El caballo eleva el espíritu del hombre. He compuesto muchísimas letras, sevillanas, sonetos… A Paco Camino, a Curro Romero, al torero Antonio Ordóñez…. La poesía es un aislamiento de la tierra, y uno se remonta más allá, aislándose de la vida cotidiana. El caballo le facilita a la mente entrar en otra forma de ver la vida.

—Entre tantos logros, trofeos, premios, tardes gloriosas, cuando echa la vista atrás, ¿qué recuerdos le empañan más el alma?

— Sobre todo recuerdo a los caballos que han marcado mi trayectoria, que han sido tan importantes en mi vida, que han llegado a ser como parte de mi familia. Cuando me han ido faltando ha sido como si dejara de vivir un poquito más, y te queda un recuerdo muy malo. Son animales que no sólo te han servido para triunfar, sino que también han cumplido una función elemental de defensa, te han sacado del peligro, te han salvado la vida en muchas ocasiones. Luego hay muy buenos momentos, como cuando corté el rabo en Sevilla, en el año 1971 a un toro de Urquijo, y también muy malos, como mi obligación de salir al ruedo de Tomelloso recién enterado de la muerte de mi padre.

—Entre esta cantidad de proyectos y trabajos, ¿qué desea verdaderamente Ángel Peralta para su futuro personal y profesional?

—No sé, ya no me veo yo como para pensar en el futuro. Nunca le pongo un límite a la vida por mi forma de pensar. Cuando llevaba unos años toreando, y me veía ya mayor, fíjese, con 30 o 40 años… la gente hablaba de retirarse, y yo en realidad estaba pensando en conseguir domar a ese potro que acababan de parir… Pasan los años y sigo con la misma ilusión, visitando a la yegua, pensando en montar a esa cría el día de mañana. No se si lo haré, pero la ilusión hay que mantenerla. Para sentir la vida hay que tener ilusión en ella; si no, no es vida.

—Para terminar, pongamos un poco de poesía a esta vida que no es vida sin ilusión, sin amo… Un poco de poesía a la soledad…

—Mejor le leo una dedicada al Caballo Cartujano, para que todo el mundo recuerde que su belleza es la esencia de nuestro caballo español:”Caballo que trajo el vientoa/a la llanura planchada/su trote cual oleada/ es hijo de barlovento. /Él fue rey en el convento,/del rayo tomó su brío,/de la luna el señorío/y del sol su resplandor,/y su trote triunfadorlo/lo va dibujando el Río”.¿Qué le parece?…

—Tan bonita como sus caballos… Muchas gracias por todo, señor Peralta.

LAURA AMIGO (Texto y Fotos: PURA RAZA. N. 26)

http://www.globalhorse.org/puraraza/cover/paginas/a_peralta/A_Peralta.htm